Por todas partes escuchamos críticas hacia la corrupción, hacia las leyes que defienden a la banca, a los desahucios hipotecarios, la falta de impunidad hacia los robos con intimidación, el acoso psicológico de la delincuencia para con sus víctimas que se encuentran totalmente indefensas, la inseguridad, la falta de una justicia ejemplarizante, la poca autoridad de las fuerzas de orden público, cuando deben de tenerla y no en las manifestaciones sociales en las que se reivindican derechos sociales universales, la permisividad política pensando en las posteriores elecciones que les permitan mantener su sillón, etc.
El 20N debe servir para darle una lección de democracia a todos los partidos, en especial al gobernante y al que aspira a gobernar.
Mientras no se consiga listas abiertas y sin partidos, en las que cada político se gane a pulso su propio electorado y su escaño debemos votar en conciencia, eligiendo a partidos pequeños, que vean en nuestra palabra electoral la desconfianza que tenemos hacia los actuales gobernantes, o posibles gobernantes, y que la nueva confianza depositada en los nuevos políticos sea una llamada de atención para que no hagan lo que han hecho legislativa, política y socialmente los actuales políticos para con su sociedad y su sistema económico del bienestar.
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